REAL MADRID [4-1] ATLÉTICO DE MADRID
Claro que Dios es del Madrid ¡¡¡ LA DÉCIMA !!!
Un gol de Sergio Ramos en el 93 igualó el de
Godín, en fallo de Casillas, y llevó al partido a la prórroga. Luego, un
Atlético heroico pero sin fuerzas murió con los goles de Bale, Marcelo y
Cristiano. El partido cambió con Marcelo e Isco. Diego Costa se rompió a
los ocho minutos.
“Las finales se ganan, no se juegan”. Esa
frase la acuñó Luis Aragonés cuando se proclamó campeón de Europa con la
selección española en el año 2008. La memoria del Sabio de Hortaleza
estuvo en la memoria de todos cuando Sergio Ramos en el minuto 93
cabeceaba un centro de Luka Modric, recordando los goles de Munich que
llevaron al Real Madrid
a esta gran final. En 1974 el Bayern Múnich hacía lo propio en el
minuto 120 para echar por tierra el gran gol de falta de Luis Aragonés
cinco minutos antes. De nuevo, en el último instante, el conjunto
colchonero vuelve a perder una final de la máxima competición
continental. El paralelismo se puede extender a la prórroga donde los de
Carlo Ancelotti, más enteros físicamente, golearon sin piedad como
golearon los teutones al Atlético de Madrid hace cuatro décadas, en aquella ocasión en forma de partido de desempate.
El partido respondió a todos los cánones de una final hasta que marcó
el Atlético. No se concede un solo segundo, ni un solo respiro. La
presión es la tónica habitual basándose en la rectitud de los
planteamientos tácticos. El choque y la fricción es la nota común y los
espacios son protagonistas por su ausencia. Cada fallo se paga muy caro y
su recuperación tanto en el momento como en el resto del encuentro se
antoja misión imposible. En estos argumentos, en esta tesitura se mueve
como pez en el agua el Atlético de Madrid, experto, por ejemplo, en
cometer siete faltas y que todas ellas sean realizadas por siete
jugadores diferentes. Especialista en aprovechar la única ocasión que se
le presenta.
Antes de esa ocasión, la tuvo Gareth Bale al filo de la media hora de
encuentro aprovechando un error de Tiago. Se introdujo dentro del área,
encimado pero solo, amagó, pero su disparo mordido salió muy cerquita
del palo derecho de Thibaut Courtois. Porque las imprecisiones empezaron
a proliferar, aunque siempre había algún compañero que tapaba el fallo.
Sin embargo, un portero no tiene espaldas. Y la madre de todos los
fallos la protagonizó Iker Casillas (el guardameta con más porcentajes
de paradas en Champions hasta entonces: 84,3%). Salió en falso en el
segundo saque de esquina colchonero, en segunda jugada, cabeceó en
asistencia Juanfran, tocó Godín anticipándose a Khedira, Luka Modric
destrozaba el fuera de juego y al portero de Móstoles, a sabiendas de su
error intentó reaccionar.
Demasiado tarde, el grito de gol de los aficionados atléticos ya
estaba en la grada antes de que Raúl García remachara por si acaso. Era
el grito de gol de esa afición que sufrió un añito en el Infierno en
Segunda División, era el grito del desaparecido Jesús Gil, el grito del
Cholo Simeone corriendo por la banda, el grito del corazón rojiblanco
que tan a la sombra ha estado desde el glorioso doblete, el grito de
Luis Aragonés desde el cielo vengándose de esa final perdida hace 40
años con El Sabio como protagonista.
Entonces, empezó la segunda parte. Y según iban avanzando los
minutos, se entraba en terreno madridista, en el de la heróica, en el de
conseguir lo imposible, en ese “espíritu Juanito” que les sirve como
grito de guerra para lograr toda remontada, cuanto más difícil mejor.
“Hasta el final vamos Real” y el “Sí, se puede” eran los cánticos que no
paraban de cantar los seguidores madridistas. El dominio era dueño del
mejor equipo del siglo XX, pero los huecos escaseaban ante un muro que
tenía claro que debía defender los deberes que había hecho no solo
durante todo el partido sino durante nueve meses.
El conjunto rojiblanco, en los segundos 45 minutos, solo tuvo una
ocasión de Adrián que, al tocar Khedira, el balón se envenenó sin
encontrar los tres palos. Mientras, el Real Madrid se acercaba,
amenazaba, y achuchaba. Sin clarividencia pero con la calidad que
atesoraban los recién ingresados Isco y Marcelo (gran acierto de Carlo
Ancelotti, técnico que ya ha ganado tres Copas de Europa y que iguala a
Rob Pasley). Porque hasta entonces los acercamientos eran escarceos de
Cristiano Ronaldo a balón parado. Después, se abrió la luz, por los
menos por los laterales y a través de los múltiples bombeos al área (34
en total).
Cristiano Ronaldo no llegaba por los pelos, Isco tiraba raso, Bale
perdonaba hasta en dos ocasiones a cada cual más clara. Pero era
imposible, no llegaba el ansiado empate. Y el reloj pasaba sin remisión
con Gabi o Filipe Luis perdiendo todo el tiempo posible. Y el milagro
llegó, el premio a la fé tuvo sus frutos con el cabezazo de Sergio Ramos
en el minuto 93 elevándose sobre una defensa en la que esta temporada
no se ha elevado nadie. El tanto que nos conducía a la prórroga.
La prórroga estaba cantada con un Real Madrid espoleado y un Atlético
de Madrid reventado. Solo faltaban los tantos para materializar esta
sensación y el primero llegó en el minuto 110. Ángel di María, que se
hartó a provocar amarillas en todo el partido (los rojiblancos vieron
siete), se escapaba por la izquierda para rematar ante Courtois que
despejaba y, en el rechace, Gareth Bale, en su cuarta oportunidad,
marcaba el tanto que rompía la final. Marcelo y Cristiano Ronaldo de
penalti hizo el resto. La última jugada provocó la expulsión de Godín y
la del Cholo Simeone, enrabietado por la celebración y por la actitud de
Varane.
Una última acción que sobró y que empañó una final que tuvo todos los
ingredientes como la primera final de la historia de la Champions League
donde se enfrentan dos equipos de una misma ciudad. Un homenaje a la
Villa de Madrid en toda regla. Las aficiones no han parado de animar, se
han dejado la garganta como sus jugadores la piel. Habría ganadores y
perdedores. Y los ha habido, de la manera más cruel para el Atlético de
Madrid, que hoy es un mar de lágrimas pero que debe estar orgulloso de
su temporada. Y de la forma más satisfactoria para un Real Madrid que,
con la alegría por bandera y con este título, vuelve a consolidarse como
el mejor club de fútbol de todos los tiempos.
Real Madrid: Casillas; Carvajal, Ramos,
Varane, Fabio Coentrao (Marcelo, m. 59); Modric, Khedira (Isco, m. 59),
Di María; Bale, Benzema (Morata, m. 79) y Cristiano.
Atlético de Madrid:
Courtois; Juanfran, Miranda, Godín, Filipe Luis (Alderweireld, m. 82);
Raúl García (Sosa, m. 66), Tiago, Gabi, Koke; Villa y Diego Costa
(Adrián, m. 9).
Goles: 0-1, m. 36:
Godín aprovecha con la cabeza un fallo en la salida de Iker Casillas.
1-1, m. 93: Sergio Ramos remata de cabeza un saque de esquina. 2-1, m.
110: Bale cabecea un rechace de Courtois tras una jugada de Di María.
3-1, m. 118: Marcelo, con un tiro cruzado. 4-1, m. 120: Cristiano, de
penalti.
Árbitro: Bjorn Kuipers (Holanda).
Amonestó a Raúl García (m. 27), Miranda (m. 52), Villa (m. 72), Juanfran
(m. 74), Koke (m. 86) y Gabi (m. 99), por el Atlético de Madrid, y a
Sergio Ramos (m. 27) y Khedira (m. 45), por el Real Madrid.
Incidencias: Final de la Liga de Campeones disputada en el Estadio de La Luz de Lisboa ante 60.976 espectadores.
Enhorabuena al Real Madrid
ResponderEliminarpor volver a ganar el partido. Esto une los esfuerzos de todos los futbolistas. El Real Madrid se consolidó como una fuerza importante en el fútbol español y europeo en la década de 1950, ganando cinco Copas de Europa consecutivas y llegando a siete finales. Creo que mejorará cada vez más.