El Zaragoza cede sus temores a Osasuna
El buen arranque en ambas mitades permite a los blanquillos conseguir una victoria en el derbi que se resistía desde el 2007. Osasuna no reacciona y sigue colista una jornada más.
El extraordinario partido de dos novatos en
la categoría, como José Mari y Víctor Rodríguez, han llevado a los maños
a vencer en el derbi cinco años después. La derrota deja a Osasuna como
colista de la clasificación.
Desde hace unas décadas, los duelos
entre el Real Zaragoza y Osasuna han pasado a formar parte dentro de
las enemistades más grandes de la Liga española. Una situación que se ha
enrarecido con el paso de los años y que no siempre fue así. Antes,
guardaban buenas relaciones reflejadas en el hecho de que tanto la
Romareda como el Sadar fueran estrenadas por sus vecinos, en unos actos
repletos de exquisita camaradería y respeto.
A finales década de los 80, ciertos elementos
condujeron a la ruptura definitiva. Primero, la proliferación de los
grupos ultras en ambos estadios, de tendencias políticas opuestas:
Ligallo por parte maña e Indar Gorri en el lado rojillo. Y segundo, el
polémico derbi vivido en 1987 en el feudo zaragozista con agresiones a
los jugadores osasunistas que definitivamente transformaron un pacífico
partido entre vecinos en una batalla, de amigos a enemigos
irreconciliables.
El Zaragoza afrontaba el choque con las
estadísticas y la historia en su contra, sus dos primeros partidos en
casa terminaron en derrota y de los últimos ocho encuentros vividos
entre maños y navarros se habían saldado con cinco victorias de los
rojillos y dos empates, dejando el 2-1 de 2007 como el triunfo más
cercano para el equipo del león.
Enfrente estaba un Osasuna con
un sólo punto en su casillero, colista de la clasificación de Primera y
con notables bajas en sus filas, como las del incombustible Patxi Puñal y
Joseba Llorente. Todos estos ingredientes aumentaban el atractivo de
este derbi repleto de urgencias y revanchas.
El espíritu que
Manolo Jiménez pidió en la previa hizo mella en sus hombres que saltaron
convencidos en sus opciones, aguerridos y valientes. A los 4' Víctor
Rodríguez, debutante este año en Primera, cabeceaba desde la derecha y
leía el desmarque de Helder Postiga para que el luso aguantara el envite
con el defensa rival y definiera ante la salida del guardameta Andrés.
Osasuna
despertaba a tiempo con acciones de sus interiores, Sisi y Álvaro
Cejudo, mostrando una de las señas de identidad del equipo de José Luis
Mendilibar, la habilidad de sus hombres por bandas.
A los 29',
un balón perdido en la zona de tres cuartos, provocaba una contra
monopolizada por el argentino Armenteros que progresaba sin encontrar
oposición, permitiendo aparecer en el área rival y ejecutar un disparo
que batía al cancerbero blanquillo Roberto.
El partido volvía a
"comenzar", aunque con sensaciones distintas: el Real Zaragoza había
encajado mal el gol y la fuerza inicial se había perdido con el paso de
los minutos. Además, la medular maña era un cúmulo de imprecisiones que
salían de las botas de Romaric y Apoño, siendo José Mari el encargado de
compensar los errores de sus compañeros. Mientras en Osasuna sus cuatro
futbolistas más adelantados (Sisi, Cejudo, Armenteros y Sola) empezaban
a asociarse y a ver puerta.
Pero si algo tiene el fútbol es la
imprevisibilidad y en el último instante del primer tiempo un centro de
Víctor Rodríguez era cabeceado en propia meta por David Timor para
terminar alojando el balón en sus redes, un gol que devolvía a la
Romareda y al equipo de Manolo Jiménez la euforia y seguridad de los
primeros minutos.
En los segundos 45 minutos, los rojillos
quisieron reducir la distancia en el marcador por la vía rápida,
abandonando el juego creativo en el centro del campo y pasando a una
transición directa defensa-delantera, impidiendo que los mediocentros
blanquillos se impusieran con su físico. Los maños seguían volcando el
ataque hacia la zona de Víctor Rodríguez quien era apoyado por el ex del
Real Jaén, José Mari, dos debutantes en la máxima categoría que
ofrecían las mejores variantes del ataque local.
El Real Zaragoza
dominaba cómodamente el derbi, a excepción de un paréntesis propiciado
por un cabezazo obra de Cejudo, gracias al citado trabajo de José Mari
junto al control del juego que comenzaba a desplegar Apoño, mucho más
entonado en esta segunda mitad. Dos veteranos curtidos en muchas guerras
como Movilla y Aranda se incorporaban al terreno de juego para provocar
un penalti que ejecutaba Apoño.
Con el gol, el Zaragoza se
apagó de manera peligrosa, Osasuna quiso entonar la épica para remontar
el choque, basando sus ataques en los medidos centros dispuestos por
Cejudo desde la derecha y en la efectividad de sus delanteros, una
capacidad de remate que chocaba en unas ocasiones con un bien colocado
Roberto y en otras con las prisas que dejan a los rojillos en el fondo
de la clasificación y al Zaragoza respirando, a costa de su rival.
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