viernes, 13 de julio de 2018

VETERANÍA FRENTE A JUVENTUD, HISTORIA FRENTE A HAZAÑA


Francia y Croacia se verán las caras en el estadio Luzniki de Moscú el próximo domingo 15 de julio a las 17:00. Será la tercera ocasión que el conjunto galo juegue el partido por el título y la primera que llega a esta instancia la selección balcánica. Francia se coronó campeona como local en 1998 al imponerse en la final a Brasil (3-0) en el estadio de Saint Denis y perdió ante Italia en la tanda de penaltis en la de Alemania 2006 tras acabar el encuentro con empate (1-1). Este domingo será una final nueva, la decimoctava distinta en la historia de la Copa del Mundo, ya que tan solo se han repetido Alemania-Argentina y Brasil-Italia y será, además, una final muy española, con muchos jugadores repartidos en equipos como el Madrid, Barça o Atlético. En el once de Francia jugarán cuatro futbolistas de nuestra Liga, Umtiti, Varane, Lucas y Griezmann y en el de Croacia, tres: Modric, Rakitic y Vrsaljko.


Francia se ha clasificado para su tercera final de Mundial de las últimas seis y ninguna selección cuenta con tantos recursos, una lista tan larga de nombres ilustres. Y lo mejor de todo es que muchos de ellos aún tienen más de media carrera por delante. Francia da miedo. Cierto es que no ha pasado por este Mundial como una apisonadora. No arrolla a sus rivales ni despliega un juego que enamore precisamente, pero poco a poco va cogiendo hechuras de equipo fiable, duro y que golpea como un martillo pilón a sus rivales. La madurez de Griezmann, la velocidad y calidad de Mbappé, el trabajo de Pogba, sí, el trabajo de Pogba, una defensa infranqueable y un portero que vive en estado de gracia. Estas son algunas de las razones por las que Francia volverá a jugar una final. Esta vez parece difícil que se le escape.

Lo mejor de todo, o lo peor si no eres francés, es que la fecha de caducidad de esta selección no está a la vuelta de la esquina. Sólo hace falta ver su defensa: dos laterales, Lucas y Pavard, con 22 años. Dos centrales, la mejor pareja del mundo ahora mismo, con 25 años. Los mismos que tiene Pogba, dos menos de los que tiene Griezmann, el gran generador de juego de esta selección. Y arriba, un bicho que acaba de empezar en esto llamado Mbappé, con 19 años y un nivel que ya levanta a todo el mundo de sus asientos.

A nivel de nombres pocas selecciones pueden competir actualmente con el combinado de Didier Deschamps. Escandaliza su futuro, su plantilla, el momento por el que pasan sus figuras... pero también todo lo que se ha quedado en casa. Se podría hacer un once con los no convocados que perfectamente podrían pelear por este Mundial. Defensas como Laporte o Lenglet, centrocampistas como Rabiot, Bakayoko, Kondogbia enganches como Payet, extremos como Coman o delanteros como Martial, Lacazette, Ben Yedder, Benzema... podríamos quedarnos sin papel de apuntar tantos nombres válidos para brillar en la gran cita de selecciones. Francia domina el panorama Mundial en este 2018. El título les espera en otra final de esas que se le han escapado demasiadas veces en los últimos tiempos. Es presente y futuro, es una superpotencia mundial. Y esto no se acaba en Rusia


Croacia, previa exhibición ante Argentina en la fase de grupos, se ha aferrado a las tandas de penaltis y las prórrogas para llegar hasta la primera final de su historia. Primero fue Dinamarca y en cuartos la anfitriona, Rusia. En ambos casos los lanzamientos desde los once metros marcaron la diferencia hasta que en semifinales, volvió a necesitar de una prórroga para seguir adelante. 

Croacia está liderada por dos centrocampistas veteranos: Modric (32 años) y Rakitic (30 años). El héroe de la semifinal es un punta, Mandzukic, de 32 años. Y así podríamos seguir repasando los 33 años de Subasic, los 29 años de Lovren y Vida, en definitiva, una selección con una media de edad bastante alta pero que si por algo destaca por encima del resto es su mediocampo. Rakitic y Modric son sus baluartes, líderes espirituales y reales sobre el terreno de juego. Su fútbol control y exquisita técnica marca el estilo de los hombres de Zlatko Dalic. 

Croacia no era más que una frágil posibilidad de poder acceder a la final del Mundial de Rusia y no le daban bola ante la poderosa flota inglesa que debería hundir sin pasar apremios a la embarcación de Luka Modric. Supone siempre la pelea del bravucón que se come el bocado apetecible pero no siempre la historia termina así. En las paredes imaginarias de una cancha de fútbol se testifica lo absurdo y se aplaude la rebeldía y aún así se mete en el baile en el que no estaba invitado. Todavía tendrá que jugar ante Francia para redondear el correcto objetivo de lo imposible y un sueño de un país de cuatro millones de habitantes.

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