Derroche de campeones caminando hacía un nuevo reto
La selección sobrevive a un partido desgarrador, en el que un fallo de Bonucci en la tanda fatídica y la perfección de España desde los once metros dieron el pase a la final.
Fueron necesarios catorce penaltis para definir un partido desgarrador en Fortaleza, un ejercicio de supervivencia en el que España prevaleció tras firmar una tarjeta perfecta de siete penaltis transformados en siete intentos. Había sido una ronda fatídica impoluta, en la que sólo desafinó Bonucci, que lanzó el séptimo penalti de Italia antes de que Jesús Navas firmara la pena definitiva. Fue un partido colosal, por emocionante y jugado a cara partida, con la tensión propia de un Mundial y el desenlace propio del mejor de los dramas. Sobrevivió España a un partido en el que fue creciendo con el paso de los minutos para sobreponerse a un gran Italia de inicio. Dignísimo rival el conjunto de Prandelli, que luchó con la gallardía que custodian la cuatro estrellas de su camiseta.
La brillante disposición de Prandelli y el
abnegado trabajo de sus hombres, pretorianos mientras el físico les
duró, llevó al límite a España. Atenazado aún por los vestigios de la final de Kiev,
el seleccionador italiano ofreció a su equipo todas las soluciones de
las que adoleció hace un año. Alisto a cinco defensas y pobló el centro
del campo con seis futbolistas que tejieron una tela de araña sin poros.
Fue perfecta la organización táctica defensiva de Italia e inteligente y
preciso su trabajo con el balón, el cual utilizó mucho menos, pero
infinitamente mejor que España.
Encharcada la zona de volantes de
España, no encontró ninguna respuesta la selección al sudoku que tenía
enfrente. No había movilidad en los jugadores de Del Bosque, lo cual
ayudó a una Italia perfectamente dispuesta. Las ayudas y las emboscadas
fueron constantes sobre Iniesta,
de menos a más, o Silva, anulado durante todo su concurso. Esposados
los jugadores que hacen a esta España un conjunto diferencial, comenzó
la tortura para la selección.
En todos las facetas del juego,
Italia fue creciendo durante una primera parte desgarradora, en la que
llevó a España con el gancho. Como en tantas noches, Iker Casillas se
erigió en el salvador del equipo durante la zozobra. Dos paradas a
sendos cabezazos a quemarropa de Maggio encontraron la respuesta de un
arquero superlativo, con un aura especial estas noches. Fue Maggio uno
de los quebraderos de cabeza del equipo. Sus potentes incursiones por la
derecha, en las que superó a Alba, generaron unas superioridades de las
que se benefició Italia con sus remates y con centros, mal remachados
por Gilardino o Candreva, que se asoció con Maggio en el costado zurdo
de España para completar un partido colosal.
Achicaba agua como
podía España, que tenía el balón pero no el control. Durante toda la
noche, Ramos fue el mejor de la selección, un cacique al corte,
infranqueable por arriba y atrevido para agregarse en la salida de
balón, que tantos problemas dio a España durante muchos minutos. Le
asistió un conmovedor Piqué, también acertado en todas sus acciones. Una
maniobra perfecta de Torres en el área fue la única noticia ofensiva de
la selección. Se giró el delantero del Chelsea en el área, haciendo un
ovillo a Chiellini, pero definió excesivamente cruzado. Fue una primera
parte emocionante por el esfuerzo y determinación de Italia y por la
vocación superviviente de España, que remó y braceó sin desfallecer en
momentos en los que otro conjunto se hubiera desvencijado.
Poco
tuvo que ver lo que se vio tras la reanudación, en la que las infernales
condiciones de calor y humedad aderezaron el cansancio fruto de unos
primeros cuarenta y cinco minutos de una intensidad rayana en el fervor.
Se rompió el encuentro, aparecieron los espacios y quien no tuvo el
balón, sufrió. Fue creciendo España en volumen de ocasiones a medida que
el partido medraba. La tuvo antes de al prórroga Piqué, que disparó
arriba un servicio de Navas después de una carrera de cincuenta metros
del central y durante el tiempo suplementario se sucedieron las
ocasiones de España. Un aviso letal de Giacherini, que estrelló
violentamente el balón en el palo, inició una secuencia de asedio de
España, un monólogo. Italia sólo aspiraba a firmar el armisticio que le
llevara a los once metros. La tuvieron Ramos y Piqué a la salida de
sendos corners y Alba chutó por arriba un perfecto globo de Iniesta. En
la segunda mitad, el palo repelió un zapatazo de Xavi y Buffon raspó con
la yema un disparo cruzado de Navas. Estaba escrita la historia de los
penaltis. Catorce lanzamientos sin paradas de los mejores porteros del mundo. Hasta
que Bonucci la mandó al cielo y Navas trepó en esa dirección y que le emplaza con Brasil en Maracaná el domingo para seguir desmintiendo el imposible.
España: Casillas, Arbeloa, Piqué, Sergio Ramos,
Jordi Alba, Busquets, Xavi, Iniesta, Silva (Navas, m.52), Pedro (Mata,
m.79) y Fernando Torres (Javi Martínez, m.94).
Italia: Buffon, Maggio, Barzagli (Montolivo, m.46),
Bonucci, Chiellini, Giaccherini, Pirlo, De Rossi, Candreva, Marchisio
(Aquilani, m.79) y Gilardino (Giovinco, m.91).
Tanda de penaltis: 1-0: Candreva. 1-1: Xavi. 2-1: Aquilani. 2-2: Iniesta. 3-2: De Rossi. 3-3: Piqué. 4-3: Giovinco. 4-4: Ramos. 5-4: Pirlo. 5-5: Mata. 6-5: Montolivo. 6-6: Busquets. 6-6: Bonucci. 6-7: Navas.
Árbitro: Howard Webb (Inglaterra). Amonestó a Piqué (105) por España, y a De Rossi (65) por Italia.
Incidencias: Partido de semifinales de la Copa
Confederaciones, disputado en el estadio Castelão de Fortaleza ante la presencia de
59.000 espectadores. Los capitanes Casillas y Buffon leyeron en los
prolegómenos del partido un manifiesto en contra del racismo. Italia
portó brazaletes negros en memoria de Stefano Borgonovo.
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