Si se trabaja y se cree, al final se puede ¡¡¡ Aupa Atleti !!!
El conjunto rojiblanco supera al cuadro holandés en la tanda de penaltis repitiendo la historia de la pasada temporada y se clasifica para los cuartos de final por tercera temporada consecutiva de la mano del Cholo
Phillip Cocu fue un centrocampista total, un jugador cerebral que aunaba el toque de la escuela holandesa con el recorrido que se exigía ya en el fútbol moderno para los habitantes de la zona ancha. Diego Pablo S imeone también, pero de una escuela totalmente distinta, la argentina, mucho más entregado en actitudes defensivas y también con una llegada de segunda línea mucho más directa. Solo una vez se enfrentaron en su dilatada carrera como jugadores: el inolvidable duelo de cuartos de final entre Holanda y Argentina en el Mundial 98, partido que terminó con victoria tulipán por 2-1. 18 años más tarde se volvieron a ver las caras pero como entrenadores de los equipos de su vida.
Ambos técnicos fueron fieles a sus filosofías en sus respectivos planteamientos iniciales. El Cholo Simeone optó por Yannick Carrasco y sacrificó a Fernando Torres. El resultado, un falso 4-1-4-1, con el belga actuando como extremo izquierdo aunque con mucha movilidad, Saúl y Koke intercambiando posiciones continuamente y arriba Antoine Griezmann, al encargado de hacer el gol –autor de cuatro goles en sus últimos cuatro partidos con el Atlético–. La misión era clara, asfixiar la salida de balón holandesa y atacar con dinamismo por todos los flancos aprovechando la velocidad del francés y el belga.
Por su parte, y como si le hubiera leído la mente a Simeone, Philip Cocu quiso evitar cualquier atisbo de peligro por las bandas y fortaleció la defensa con cinco jugadores, dos carrileros de mucho recorrido –Willems por izquierda y Santiago Arias por derecha– y tres centrales, uno de ellos el exespanyolista Héctor Moreno. La manija en el centro del campo era para Andrés Guardado, secundado por dos centrocampistas de corte estajanovista como Davy Pröpper y Marco van Ginkel. Y en punta de ataque, el tanque Luuk de Jong, máximo goleador de la Eredivisie junto a Janssen y que se perdió el partido de ida.
El superávit de centrocampistas en la zona media determinó el encuentro, sobre todo, en la primera mitad. El miedo al fallo y querer asegurar el pase fue la tónica de ambos conjuntos. Esto no es ni la Liga ni la Eredivisie. Son los octavos de final de la Liga de Campeones, un territorio donde los fallos se penalizan. Y a eso jugaron ambos conjuntos. Augusto cumplía como tapón. Guardado movía a su equipo con esa maestría adquirida en el país de las bicicletas. Koke y Saúl intentaban enganchar con sus compañeros en ataque pero el frontón de cinco hombres impuesto por Cocu era difícil de superar.
Aún así, el conjunto rojiblanco dispuso de alguna buena ocasión para ponerse por delante en la eliminatoria, sobre todo, una a los quince minutos de juego. Gabi sorprendió a toda la defensa tulipán enviando un pase filtrado para la carrera de Koke y el canterano conectó con Antoine Griezmann, quien demasiado marcado no pudo efectuar un remate limpio a pesar de estar casi a bocajarro y Jeroen Zoet despejó con acierto. Inmediatamente después Diego Godín fue el encargado de probar fortuna pero su testarazo a la salida de un córner lo atrapó con sobriedad el guardameta ex del RKC Waalwijk.
El partido estaba igualado en el centro del campo, en las dos áreas y, cómo no, en la portería. Si Jeroen Zoet atajó bien las dos únicas opciones de marcar de los rojiblancos, Jan Oblak apareció justo para anular la más comprometida por parte de los holandeses. Marco van Ginkel se marchó con personalidad en el minuto 27 hasta llegar a línea de fondo y su posterior pase de la muerte hacia un Luuk de Jong que ya se tenía afilado los dientes fue desbaratado por el guardameta esloveno, que siempre demuestra que es un portero fiable por arriba o por abajo, por el subsuelo o por la estratosfera, con una manopla salvadora.
El 0-0 no servía y en la segunda parte el Atlético fue a por el partido. Fernando Torres al campo, Augusto a la ducha. Y el Calderón incendiado con los suyos. Pero en una de los pocos ataques holandeses que cogieron descolocados a los rojiblancos se produjo el silencio en el Manzanares. Guardado, que es una proyección de Cocu en el césped, abrió hacia el vértice del área para que apareciera Jürgen Locadia y su disparo mordido obligó a la estirada de Jan Oblak, que volvió a aparecer para salvar a los suyos con otra manopla angelical. Esa ocasión metió el miedo en el cuerpo a los rojiblancos, que sintieron por primera vez los colmillos afilados del conjunto de Phillipe Cocu. Diego Pablo Simeone se dio cuenta rápidamente y volvió a reforzar el centro del campo, algo caótico tras la marcha de Augusto, con Matías Kranavitter, campéon de la Copa Libertadores 2015 con River Plate.
Fernando Torres protagonizó la mayor parte de las acciones peligrosas del partido a partir de entonces. Primero avisó el de Fuenlabrada con una vaselina que sorprendió a Zoet y a todo el Calderón pero que se marchó alto. También volvió a aparecer Antoine Griezmann, algo desubicado en el dibujo que planteó Simeone en este partido, y con un zurdazo desde el vértice volvió a poner a prueba a Jeroen Zoet, que atrapó bien echándose al suelo. Y no sería su última intervención. Cuando el partido estaba a punto de terminar, Fernando Torres caracoleó dentro del área, se sacó un zurdazo con el corazón que despejó el portero holandés con algo de fortuna –el posterior rechazo se topó en la cruceta–. Y prórroga. Si el miedo había dominado parte del encuentro, el pánico lo hizo en el tiempo extra.
Contemporizando, sin forzar absolutamente nada en ataque –solo alguna que otra cabalgada en solitario de Fernando Torres–, el conjunto de Diego Pablo Simeone fue viendo cómo pasaban los minutos de la prórroga sin apenas acercarse al área holandesa. Solo mediante un jugadón de Saúl Ñíguez por banda derecha que puso un balón al corazón del área y a los pies de Griezmann. Pero definitivamente no era el día del francés, cuyo inocente disparo fue atrapado sin problemas por el héroe holandés.
La tanda de penaltis fue terrible, de esas que solo se ganan si se cree con fervor. Y si se tiene al Cholo como entrenador, quien con sus aspavientos levantó al Calderón en el momento definitivo, justo antes del lanzamiento de Luciano Narsingh, que se fue directamente al larguero. Juanfran, que tantas veces ha tenido que coger el balón de dentro de las mallas –no tantas desde que llegó el Cholo– y que posiblemente no tiraba un penalti desde su época del Castilla batía con un disparo feo pero potente al guardameta Jeoren Zoet y provocaba el estallido del Calderón, un Calderón que homenajeó su fe al principio del partido y que recogió sus frutos al final.
Atlético de Madrid: Oblak; Juanfran, Giménez, Godín (Lucas, m. 88), Filipe; Koke, Gabi, Augusto (Fernando Torres, m. 55), Saúl; Carrasco (Kranevitter, m. 74) y Griezmann.
PSV Eindhoven: Zoet; Bruma, Héctor Moreno, Isimat-Mirin; Arias, Propper, Guardado, Willems (Brenet, m. 74); Van Ginkel, Locadia (Lestienne, m. 86); y Luuk de Jong (Narsingh, m. 117).
Penaltis: 0-1: Van Ginkel, gol. 1-1: Griezmann, gol. 1-2: Guardado, gol. 2-2: Gabi, gol. 2-3: Propper, gol. 3-3: Koke, gol. 3-4: Bruma, gol. 4-4: Saúl, gol. 4-5: Héctor Moreno, gol. 5-5: Fernando Torres, gol. 5-6: Lestienne, gol. 6-6: Giménez, gol. 6-7: Arias, gol. 7-7: Filipe Luis, gol. 7-7: Narsingh, al larguero. 8-7: Juanfran, gol.
Árbitro: Mark Clattenburg (Inglaterra). Amonestó a los visitantes Locadia (m. 30), De Jong (m. 66), Guardado (m. 120) y Van Ginkel (m. 120).
Incidencias: Partido de vuelta de los octavos de final de la Liga de Campeones, disputado en el estadio Vicente Calderón ante 54.000 espectadores. El Rey emérito Juan Carlos I presenció el partido desde el palco, según informó el Atlético de Madrid.
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