Osasuna primero ejerció un dominio absoluto -a Riesgo le veían
de muy lejos los hombres de Alcaraz-, pasó a gestionar la pelota con
habilidad y criterio y, para redondear la faena, comenzó a pulsar el
marcador. Casi desconocido para el gran público esta temporada, la
aparición de Lekic como titular fue monumental. El delantero serbio
andaba más que solícito por participar, por reafirmarse como hombre útil
en ese juego de apoyos que como un pivote hacen los atacantes
gigantones y pesados, cuando por fin pilló un balón de cara y, entre
defensas relajados, empalmó con maestría y potencia desde el borde del
área. El golazo de Lekic cuando se cumplía el primer cuarto de hora del
partido comenzaba a poner las cosas en su sitio y, además, le daba cuajo
a este Osasuna de los nombres nuevos.
El equipo de Mendilibar supo contrarrestar una primera oleada
de reacciones del Almería, que pasó de no ver la pelota a intentar
mandarla con más asiduidad y ningún acierto hacia el área de Riesgo. Sin
un delantero de referencia ni juego de ataque que se le pareciese, al
bueno de Fernando Soriano, futbolista honrado y tipo peligroso en el
último tercio del campo, le tocó ejercer de ariete y de casi todo. Lo
único que logró el exrojillo fue unos cuantos coscorrones de la defensa
rojilla.
Osasuna le dio una punta más de velocidad a las acciones en
los últimos metros y de otra andanza entre Annunziata y Lekic, en una
pared malvada que proyectaba el serbio sobre el canario, un defensa
alocado del Almería soltó un manotazo que fue decretado por penalti. Ahí
comenzaron las relaciones tensas entre el árbitro y los jugadores
locales que acabaron con un par de ellos en la caseta antes del final
del partido. Nekounam -que en la segunda mitad lució por primera vez el
brazalete de capitán en un encuentro oficial- se encargó de subir el
segundo gol al marcador. Un Osasuna brillante se encargaría de terminar
la faena solo unos instantes más tarde con la aparición de otro de los
menos habituales. Annunziata coló otro golazo en la historia del partido
resolviendo con suficiencia a partir de un balón suelto en el borde del
área que supo remitir con potencia y habilidad hasta el fondo de la
portería, por encima del portero.
Osasuna terminó el partido en el primer tiempo y meritorio fue
su reingreso en la reanudación, con dominio, intensidad por parte de
todo el mundo y ganas de jugar para grupo -lo principal-. La imagen del
conjunto se vio favorecida por los deseos individuales. Roberto To-rres,
astuto y con desparpajo, no dejó de buscar todos los huecos que
brindaba el Almería para caer de aquí a allí y buscar la portería
contraria. Satrústegui, cada vez más seguro con el paso de los minutos,
fue emergiendo por la banda izquierda casi como extremo, mientras el
resto continuó con su papel -no bajó el ritmo de Annunziata y Lekic- y
el grupo supo gestionar un final cómodo. Por el momento, los secundarios
de Osasuna ya se han buscado un escenario donde sentirse útiles.
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